El primer manual para prevenir el riesgo suicida en adolescentes colombianos es una realidad, resultado de un riguroso estudio de tres años liderado por las psicólogas Marly Bahamón Muñetón y Yolima Alarcón Vásquez, investigadoras de la Universidad Simón Bolívar, y Ana Trejos Herrera, de la Universidad del Norte.
La publicación de 120 páginas contiene dos importantes avances en el análisis psicológico de este problema de salud pública: una, la producción en nuestro país del primer instrumento validado de medición del riesgo suicida en jóvenes de 13 a 18 años, así como un programa de intervención para reducir la conducta en etapas tempranas.
“Significa que no tenemos que esperar que haya un intento o que el menor diga que está pensando en el suicidio, sino que podemos identificar cuando hay dificultades y se necesita una atención inmediata, antes de que empiece a configurarse el proceso”, explicaron Bahamón y Alarcón, doctoras en Psicología, expertas en educación, desarrollo humano y familiar.
Previo a esta publicación, titulada ‘Manual de intervención: prevención del riesgo suicida en adolescentes’, solo había una prueba de medición importada de Estados Unidos y validada en Colombia. Sin embargo, no se soportaba en una investigación del contexto en el que viven los jóvenes de nuestro país.
“Es un resultado significativo porque una vez comienza a configurarse el proceso, la persona transita mucho más rápido hasta llegar al intento y al suicidio ejecutado”, advirtieron las expertas.
ADOLESCENCIA: ETAPA DE CAMBIOS
El suicidio tiene alcances a gran escala. De acuerdo con estadísticas de Medicina Legal, entre enero y julio de 2018 se suicidaron 156 menores (15 a 17 años) en Colombia, y la Organización Mundial de la Salud (OMS) reporta que, en 2016, el suicidio fue la segunda causa principal de defunción de personas de 15 a 29 años en el mundo. A nivel global, cada año “cerca de 800.000 personas se quitan la vida y muchas más intentan hacerlo”, informa la OMS.
Debido a tales tendencias, las investigadoras de Unisimón consideraron pertinente enfocarse en adolescentes de 13 a 18 años. El trabajo se dividió en tres etapas de entrevista, intervención y diagnóstico que involucró a 918 adolescentes de estratos 1, 2 y 3, residentes en Barranquilla.
“La adolescencia presenta características vinculadas con una etapa que trae cambios para la persona, en especial el tema de las normas, el conflicto con autoridad, la necesidad de aceptación en grupos sociales”, justificó Bahamón.
La validación del instrumento de medición fue posible a través de un test psicométrico, es decir, fue contrastado con otras pruebas para determinar su comportamiento estadístico. El resultado arrojó un alto grado de confiabilidad. Luego tuvo la aceptación de la comunidad científica y, en diciembre anterior, fue publicado el artículo ‘Diseño y validación de una escala para evaluar el Riesgo Suicida (ERS) en adolescentes colombianos’ en la revista Universitas Physchologica, de la Universidad Javeriana de Bogotá.
POTENCIAR FACTORES PROTECTORES
Con base en los instrumentos de evaluación construidos en 2015 y las entrevistas a más de 250 adolescentes durante 2016, entre 2017 y el año pasado se intervinieron a otros 106 jóvenes. Fueron evaluados en grupos durante 12 sesiones que incluyeron tres ejes o estrategias: interacción social positiva, para mejorar las relaciones sociales; control emocional, puesto que la mayoría de personas de 13 a 18 años son evitativas, y estrategias de redefinición y proyección.
“A partir de esos tres ejes se analizó en los adolescentes el riesgo, el bienestar psicológico y la ideación suicida; después se implementaron las 12 sesiones, se les evaluó y encontramos que había una reducción muy significativa de la ideación y el riesgo suicida”, detalló Alarcón.
¿Cómo fue posible la disminución? El trabajo consistió en fortalecer los factores protectores para aminorar el riesgo suicida, puesto que al 90% de los muchachos se les dificultó identificar aspectos positivos en sus vidas y de sí mismos.
La clave fue “blindarlos con un escudo emocional”, aseguraron las especialistas, para hacerlos capaces de resolver problemas y no asumir el suicidio como una opción. Un factor protector, por ejemplo, es el soporte social: que el menor sienta que hay una persona que le apoya o entiende y, si necesita orientación, exprese la necesidad y haga preguntas.
“En esta etapa de la vida es muy frecuente que nuestros muchachos sean desesperanzados y desconfiados, además que culturalmente les estamos enseñando a no confiar en el otro, sino a que los problemas son míos y de nadie más, y ese es precisamente un factor de riesgo para el suicidio: que yo me aísle”, puntualizaron Bahamón y Alarcón.
El libro ‘Manual de intervención: prevención del riesgo suicida en adolescentes’ y los resultados de la investigación serán presentados este miércoles en el Museo Bolivariano de Unisimón (calle 68 #53-56), a partir de las 6:00 p.m., al igual que se dará a conocer la creación del primer Grupo de Apoyo a Sobrevivientes del Suicidio, para familiares de víctimas en Barranquilla y el resto del país.