Un documental británico de 2006, producido por Channel 4 y llamado «638 Ways to Kill Castro», explicó casos que van desde «cigarros explosivos hasta mujeres fatales». Así mismo analizó los motivos que pudieron haber tenido tanto la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) como algunos exiliados cubanos.
Un informe de 1975 de un comité del Senado -el Comité Selecto para el Estudio de las Operaciones Gubernamentales Respecto a las Actividades de Inteligencia, más conocido como el Comité Church- que encontró «evidencias concretas de al menos ocho complots que involucraban a la CIA para asesinar a Fidel Castro entre 1960 y 1965».
Entre los métodos que figuran en el documento están los mencionados arriba, aunque el comité aclara desde un comienzo que algunos de esos complots ni siquiera superaron la fase de «planeación y preparación».
El informe, llamado «Supuestos complots de asesinato que involucran a líderes extranjeros», también analiza en gran detalle hasta qué punto las autoridades estadounidenses autorizaron o sabían de estos planes, incluyendo varios presidentes del país.
Algunos investigadores señalan que la CIA no trató de asesinarlo sino de desestabilizarlo: pensó en sabotear sus discursos, llenar un estudio de televisión con químicos que producen efectos similares al LSD, impregnar sus cigarros de sustancias desorientadoras y hasta llenar sus zapatos con sales que desprenderían su barba.
En los años 60 al parecer un cubano que se había ofrecido a ayudar a la CIA con inteligencia comentó que probablemente podría entrar en contacto con Raúl Castro, por lo que las autoridades estadounidenses contemplaron la posibilidad de «organizar un accidente» y ofrecieron US$10.000 por el trabajo completado.