Después de coronarse rey de la Vuelta a España el equipo movistar acaba de anunciar que extendió el contrato de Nairomn hasta 2019. Nairo Quintana le lo ganó a pulso pedaliando fuerte en cada jornada y escribió en Madrid sus últimas líneas como campeón de la Vuelta a España 2016, unas líneas que ha ido completando a lo largo de 21 días y en las que se ha convertido en el auténtico protagonista de esta historia. El broche lo puso en la capital española, donde Magnus Cort Nielsen (Orica) se impuso bajo el arco de llegada, repitiendo victoria y cerrando una de las ediciones más disputadas de los últimos años. No obstante, el trayecto hasta esta jornada final no fue sencillo. Más bien, todo lo contrario. El colombiano tuvo que idear un argumento propio de las grandes novelas, en el que cada capítulo estuviese cargado de emoción, sacrificio y pasión. Pasión por el ciclismo, aquella que le ha llevado a conquistar su segunda Grande. Así se gestó la proeza de este humilde héroe de Boyacá.
La madurez de Quintana es evidente, y más si nos fijamos en la primera semana de carrera. Habituado a ir contracorriente desde el inicio (como ocurrió en la Vuelta 2014, donde abandonó siendo el líder, y en el Tour 2015, cuando cedió tiempo tras ser víctima de los temidos abanicos), en esta ocasión el menudo escalador colombiano mantuvo la concentración desde el pistoletazo de salida. Tras salvar sin mayores problemas el paso por Galicia, el corredor de Movistar asestó su primer golpe en La Camperona, un puerto infernal con rampas que superaban el 22%. Su demarraje a poco más de un kilómetro del final sirvió para endosarle más de 30 segundos a sus principales adversarios y enfundarse por primera vez el maillot rojo. Su reinado no había hecho nad Llegó Asturias, el lugar donde se iban a librar las primeras batallas en terreno montañoso. La subida al Naranco trajo consigo la única victoria española en esta Vuelta, la de David de la Cruz, un ciclista que sigue creciendo a pasos agigantados. Sin embargo, nadie se imaginaba lo que iba a ocurrir tan sólo un día después.
Los Lagos de Covadonga volvían a la ronda española para regalarnos uno de los días más bonitos de la Vuelta, la jornada en la que Quintana demostró al mundo que su ciclismo también está basado en el ataque. El de Boyacá, un muro infranqueable durante toda la ascensión, levantó los brazos en una de las cimas más emblemáticas de la vertiente septentrional de nuestro país. Sin embargo, Froome seguía su estela después de 10 días, a sólo 58 segundos de asaltar su liderato y con la contrarreloj de la última semana en su mente. .
La etapa reina, que se desarrolló casi de forma íntegra en Francia, coronó a Robert Gesink en el temido Col d’Aubisque. Pese a las incontables ascensiones predispuestas para aquel día, la diferencia entre Quintana y Froome permaneció inamovible. Ambos entraron casi cogidos de la mano, sabedores de que la guerra iba a alargarse hasta el final.El colombiano era consciente de que su renta era escasa de cara a la crono de 37 km. Necesitaba un plan, un método con el que pudiese aumentar su colchón con el vigente ganador del Tour de Francia. Y lo consiguió, vaya si lo hizo. Tanto él como Contador lanzaron una ofensiva casi desde el corte de cinta, un movimiento que sorprendió a Sky y, por supuesto, al propio Chris Froome. El de Movistar supo aliarse con el pinteño, hasta el punto de abrir una brecha de más de dos minutos que la escuadra británica ya no pudo echar abajo. Quintana salió de Formigal con una ventaja de 3:37. Lo tenía prácticamente hecho. Eso sí, aún faltaba la lucha contra el reloj.